Inútil para gobernar; traumado en sus palabras, acciones y
castigos; handicap
como estadista porque necesita de apoyos y camisas de disfraces como : los
presidentes de Irán, Lybia y otros sanguinarios musulmanes; ayuda de las FARC como
asegura "el Mono Jojoy" en sus computadoras que se exhiben en las
bibliotecas de Colombia, y con esa yuda NARCO pudo ganar la
presidencia, admiración por Fidel Castro "el más grande asesina del Catibe
siglos XX y XXI y su ignaro sirviente Hugo Chávez dictador de Venezuela, y, ahora China
que practicamente lo tiene comprado al ECUADOR por endeudarse en artículos que
son "chinescos" que no sirven. El territorio ecuatoriano "ya es de
todos" los negociantes: antes socilista-mao-comunistas, hoy capitalistas,
"is Rafi happy now ? "y, no se da cuenta Rafael Correa.
El pueblo
necesita reflexionar, especialmente los estratos bajos engañados con la entrega
de dinero al fin del mes: pago que sirve para que los campesinos beban más
chicha y la madres solteras salgan a bailar todos los viernes; ésta deshonra nacional
va a producir un daño terrible en el futuro del Ecuador. Su idea
del NUCLEO FAMILIAR es de éste malvado, inventor "diaperro" de un socialismo
correista bajo, ruin, boxasuelta, inculto, difamador; defectuoso y abortado de
2 genios , con el Mico Hugo, que aún no llegan a ser fetos.........
Revista Peruana “Dedo Medio” dedica portada a presidente Correa y
lo llama “Déspota Ilustrado”
La revista Peruana Dedo
Medio, una revista de sátira política llama Déspota Ilustrado a Rafael correa y
le dedica la portada con una imagen grotesca del presidente.
En su artículo asegura
que el presidente no acepta la crítica. Aquí el texto del artículo principal:
Su voz afranelada y
modales palaciegos no deben conducir al engaño: a este doctor en economía no le
tiembla la mano a la hora de ordenar el arresto de quienes lo critican o de
pedir millonarias indemnizaciones en defensa de su honor. Y por qué no, también
de la “seguridad económica” de su familia, como confesó en algún momento.
La alta investidura que
detenta le permite el privilegio de la falta de coherencia: tras haber
perseguido a periodistas y políticos, pidiendo penas de prisión efectiva para
ellos por injuriar “la majestad de la presidencia de la república”, no sufre el
más mínimo sonrojo por afirmar luego que la ley en la que sustenta sus
denuncias debería ser derogada. Entornando los ojos y acariciando con el
terciopelo de su voz los oídos de los áulicos que lo rodean y aplauden, Correa
afirma que “no tiene que ser un delito especial el insulto y la injuria a la
autoridad”. Claro que, mientras la ley sigue vigente, continúa ordenando el
encarcelamiento de quienes se le enfrentan –y amenazando a los jueces que dejan
libres a aquellos a quienes bajó el dedo. “¡Qué culpa tengo yo de que haya ese
artículo!”, se excusa sin disimular una sonrisa.
Prerrogativa de la
incoherencia también, el cobrar más de medio millón de dólares en indemnización
a un banco que le registró una deuda (cierto que inexistente) de $65; responder
luego con hartazgo ante los cuestionamientos de la prensa: “a mí no me interesa
la plata, si quieren puedo donar esa plata”, y no esperar dos segundos para
arrepentirse y añadir: “aunque mi principal deber es darle seguridad económica
a mi familia”. Previniendo una recaída en los terrenos de la incongruencia,
transfirió algo más de $300 mil a Bélgica y compró un departamento en la misma
ciudad.
Como académico que es,
Correa cree en los números. Por ello, despidió a la ministra Wilma Salgado,
quien le pronosticó un déficit presupuestal para el 2009, dada la proyección
hecha por diversas instituciones sobre el precio del petróleo. Su reemplazante
rehízo las proyecciones, sin déficit previsto y pudo agradar así al mandatario
y mantener su puesto, aún cuando el déficit, finalmente, sí se produjo.
Un hecho que los
defensores de Correa se han esmerado en resaltar, es el apego devoto del
presidente a las leyes. Si éstas se oponen a sus intereses, las cambiará por
supuesto, pero siempre se le verá esgrimiendo con afectación la legalidad de
sus actos. Alguien malicioso podría reprocharle que, para lograr que sus
mandatos tengan invariablemente el respaldo de las normas impresas, sus
corifeos se vean obligados a pasarle una aplanadora por encima a otras tantas
leyes. Como cuando logró, a través del Tribunal Supremo Electoral, destituir a
57 congresistas que se oponían a su proyecto constituyente, así como a los
jueces que se atrevieron a aceptar un amparo de los parlamentarios
expectorados. Para coronar la legalidad de tremendo faenón, el nuevo Congreso,
con el voto de los legisladores suplentes, depuso a los miembros del Tribunal
Constitucional que declararon que las destituciones de los 57 parlamentarios
eran contrarias a la ley de leyes. ¿Alguien sería capaz de mezquinar tanta
preocupación porque los actos propios cuenten con un marco legal ex profeso?
Gracias a este rasgo de
su carácter, Rafael Correa no duda al entablar demandas millonarias contra
quienes osen criticarlo. Al abogado y columnista del diario El Universo, Joffre
Campaña, le exige $10 millones, puesto que los artículos de opinión que éste ha
escrito criticando acciones del gobernante: “han ocasionado que tenga que
trabajar en las noches para contrarrestar las mentiras (…), descuidando mi vida
personal y familiar”. Al presidente de la Junta Cívica de Guayaquil, Miguel
Palacios, le exige $400 millones: $20 millones por cada artículo que Palacios
ha divulgado en Internet refiriéndose críticamente a Correa. Los autores del
libro el gran hermano, Juan Carlos Calderón y Christian Zurita, quienes dan
cuenta de contratos firmados entre organismos públicos y Fabricio Correa,
hermano del mandatario, han sido demandados por $5 millones cada uno, pues el
jefe de gobierno asegura que el volumen le habría provocado “una gran
humillación, grave aflicción social y moral y desprestigio frente a todos los
ecuatorianos y lectores en general, lo que me causa gran sufrimiento, angustia
y dolor, las falsedades vertidas deterioran mi buen desempeño de mis labores
sociales y laborales”. Y finalmente está la demanda contra los directivos del
diario El Universo y el ex director de la página de opinión de dicho diario,
Emilio Palacio, a quienes exige un total de $50 millones, más $30 millones a la
empresa editora, por una columna de Palacio. Si los jueces llegan a sentenciar
a favor de Correa por todas estas demandas, pese a lo inverosímil de las mismas
–que sumarían otros $500 millones a su cuenta bancaria–, tampoco será su culpa.
Sería ruin reducir el
airado y prepotente accionar presidencial al puro interés crematístico. Correa
quiere ser reverenciado. No de otro modo se explica que, en un país que se dice
democrático, el presidente haya hecho encarcelar, a su sola voz, a la
empresaria Irma Parra, bajo la acusación de haber sido “majadera y agresiva”
durante una visita presidencial a la ciudad de Riobamba. Por la misma razón, el
soberano ordenó la detención del Coronel César Carrión, ex director del
Hospital Policial, luego de que éste osara contradecir al mandatario sobre los
sucesos del 30 de setiembre del 2010.
Rafael Correa se reclama
adepto al socialismo del siglo XXI, pero su estilo, pleno de artificio y
demandante de genuflexión, lo dibuja más como un heredero trasnochado del
absolutismo monárquico del siglo XVIII.
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